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¿Qué es un medium?

viernes, 29 de junio de 2007

El espíritu, separado por la muerte de la materia no tiene sobre ésta ya acción alguna, ni puede manifestarse en el centro humano sin una fuerza, sin una energía que toma prestada al organismo de un ser vivo: el médium. Este es una persona apta para sentir la influencia de los espíritus y transmitir su pensamiento.

De hecho esta facultad es inherente al hombre no siendo privilegio exclusivo de algunos, pero aunque en muy pocos no se encuentre ni rudimentos de ella, este calificativo se aplica a aquellos en quienes se manifiesta esta facultad medianímica, por efectos ostensibles de cierta intensidad.

El fluido periespiritual es el agente de todos los fenómenos espiritistas; aquellos no pueden operar sino por la acción reciproca de los fluidos emitidos por el médium y por el espíritu.

La predisposición medianimica es independiente del sexo, de la edad y del temperamento.

La facilidad que existe entre las relaciones de espíritus y mediums depende del grado de afinidad que haya entre los dos fluidos; los hay aquellos que se asimilan fácilmente y otros que se repelen.

Por la asimilación de los fluidos del periespiritu se identifica, por así decirlo, con la persona que quiere influir; no solamente le transmite su pensamiento, sino que puede ejercer sobre ella una acción física haciéndole obrar o hablar a su voluntad y obligándole a decir lo que quiere; en una palabra, servirse de sus órganos como si fueran los propios, pudiendo incluso neutralizar la acción de espíritu de aquella paralizando así su libre albedrío.

El médium es un instrumento de inteligencia extraña; es pasivo y lo que dice, por lo tanto, no viene de el.

Los bueno espíritus se sirven de esta influencia para el bien, mientras que los malos espíritus se sirven de ellos para todo lo contrario.

Espíritus buenos y espíritus malos

Los mediums se encuentran bajo la influencia de los espíritus y harán lo que ellos quieran que hagan, por lo tanto dependiendo de cómo sea el espíritu las acciones del médium serán buenas o no.

La obsesión es el dominio que los malos espíritus ejercen sobre ciertas personas, con el fin de enseñorearse de ellas y someterlas a su voluntad por el placer que experimentan causando daño.

Cuando un espíritu, bueno o malo, quiere obrar sobre un individuo, lo envuelve con su periespiritu como si fuera una capa; entonces penetrándose los dos fluidos, los dos pensamientos y las dos voluntades se confunden, y el espíritu puede entonces servirse de este cuerpo como el suyo propio, haciéndole obrar su voluntad, hablando, escribiendo o dibujando; así son los mediums. Si el espíritu es bueno, su acción es dulce y benéfica y no inspira sino cosas buenas; si es malo, las inspira malas.

Si es perverso y dañino, arrastra a la persona como si la tuviera dentro de una red, paralizada hasta su voluntad, y aun su juicio, el cual apaga bajo su fluido como cuando se extingue el fuego con un baño de agua: le hace pensar, obrar por él; le obliga a cometer actos extravagantes a pesar suyo; en una palabra, le magnetiza, le produce la catalepsia moral, y entonces el individuo se convierto en ciego instrumento de los gustos del espíritu.

Tal es la causa de su obsesión, de la fascinación y de la subyugación, vulgarmente llamada “posesión”.

Es necesario observar que aunque el individuo tenga conciencia de lo que hace es ridículo, se ve forzado a realizarlo como si alguien más vigoroso que él lo hiciera moverse en contra de su voluntad.

Algo parecido puede ocurrir con el hipnotismo.

El espiritismo no ha traído los malos espíritus; ha descorrido el velo que los cubría y ha dado los medios de paralizar su acción, y por consiguiente, de alejarlos. No ha traído el mal, puesto que este ya existía y existirá siempre; al contrario ha traído el remedio al descubrir la causa.

Habiendo malos espíritus que obsesionan, y buenos que protegen, uno puede llegar a preguntarse si es que los malos son mas poderosos que los buenos.

No es el buen espíritu sea más débil, es el médium que no es lo bastante fuerte para sacudir la capa que le ha sido echada encima, para deshacerse de los brazos que le oprimen, y en los cuales, algunas veces, puede incluso hallarse complicado.

Antes de pretender el dominio de los malos espíritus, es menester dominarse a uno mismo. De todos los medios para conseguir esto, con el que lograrlo de forma más eficaz es la voluntad, secundado por la oración, oración fervorosa, se entiende.